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Mostrando entradas de junio, 2018

Probablemente.

Nos dará miedo. Probablemente. Le contaremos a los demás y después lo ocultaremos. O al revés, probablemente.  Es que nadie está seguro nunca de nada. O probablemente sí. Lo estoy, seguro de mí, cuando te digo que vengas.  Y no lo estoy del todo cuando te digo que es hora de irte. Cuando te abrazo, estoy seguro que quiero que permanezcas. Porque probablemente he sentido esto antes. Aunque nunca de tal intensidad. Porque la intensidad no se compara, se siente. Y no se detiene. Porque cuando se detiene, se frena de golpe. Y cuando se frena de golpe uno se golpea. Emocional o físicamente.  Así te quiero tener: emocional y físicamente.  Porque cuando uno abraza sin sentir se está perdiendo de mucho. O de todo. Y yo por ti siento de todo. Aunque en ocasiones no me salgan las palabras. Te digo que, probablemente, será difícil. O no. Porque uno no puedo ir anticipándose a las cosas. Será muy fácil, me gustaría pensar. Porque allá atrás, en el pa

Hasta que me salgas bien.

Diego le pone una cucharada de café al agua caliente recién servida en una taza roja con un caballo dibujado. Es su horóscopo chino. Anteriormente, Diego había leído que los representados por el cuadrúpedo eran personas que buscan la intensidad de la emoción. Vaya que sí. Toma la taza y un pan tostado untado con mermelada de fresa y se sienta en la silla del comedor. Echa una mirada rápida a su celular y a todas las aplicaciones en las que suele intercambiar mensajes. En todas hay una conversación con Orlando. Un personaje relativamente nuevo en su vida, pero vamos que para nada parece nuevo. A juzgar por las últimas semanas pareciera que Orlando hubiera estado presente en los momentos de Diego desde tiempo atrás: estuvo, quizá, cuando Diego ganó la batalla campal de interpretación de una pegajosa canción de "rap" en una fiesta; presenció, tal vez a distancia, cuando Diego lloró con su serie favorita, en uno de los capítulos que le recordó a su última relación fallida y dolor